Tras barrer los dos primeros partidos en casa, los Medias Rojas de Boston se dirigen a Colordo con la intención de liquidar a los Rockies en los próximos tres juegos
DENVER -- David Ortiz empacó meticulosamente sus cosas y no podía olvidarse de un objeto muy valioso: las gafas protectoras que usan los nadadores. Las mismas que sirven para cubrirse los ojos al rociarse champaña tras ganar una Serie Mundial. Tal es la euforia que los Medias Rojas de Boston irradian al aventajar 2-0 a los Rockies de Colorado en la Serie Mundial, a un par de victorias para conquistar su segundo Clásico de Otoño en cuatro años. "No los vamos a dejar respirar. Si los tienes contra la lona, hay que mantenerlos ahí", declaró Ortiz, el bateador designado de los Medias Rojas. "Fíjense en lo que pasó en la serie de campeonato contra Cleveland, cuando nosotros fuimos los que vinimos de atrás". Ortiz podría jugar como inicialista el sábado, cuando la serie se trasladará a Denver para sus siguientes tres partidos. Será la primera vez que los Rockies sirvan de anfitriones en un juego de la Serie Mundial. Se trata de un cambio de mundos, del vetusto y enclaustrado Fenway Park al enorme Coors Field, enclavado en las Montañas Rocallosas, donde los Rockies depositan las bolas en compartimientos especiales para que estén húmedas. Boston tendrá en el montículo a Daisuke Matsuzaka, el pitcher japonés por el cual desembolsó 103 millones de dólares, frente a Josh Fogg. Los antecedentes históricos no acompañan a Colorado. Treinta y nueve de los 50 equipos que ganaron los dos primeros juegos terminaron proclamándose campeones, es decir el 78% de los casos. Doce de los últimos 13 se consagraron, con la única salvedad de los Bravos de Atlanta, víctimas de los Yanquis de Nueva York en 1996. "No queremos bajar la guardia", afirmó Mike Lowell, antesalista puertorriqueño de los Medias Rojas. "Creo que tenemos que encarar el tercer juego como si fuera de vida o muerte. Hemos tenido esa mentalidad desde que estuvimos 3-1 en contra con los Indios". Se habló hasta los codos de las 21 victorias en 22 juegos de los Rockies, y su cifra récord de ocho días de descanso antes de la serie. Pero las victorias por paliza (13-1) y luego viniendo de atrás por una mínima diferencia (2-1) en esta Serie Mundial han dejado en evidencia el sello avezado y despiadado de los Medias Rojas, que en el 2004 barrieron a San Luis para acabar con un sequía de campeonatos que se remontaba a 1918, la llamada Maldición del Bambino. Con apenas dos días de descanso, Boston resultó ser el equipo que se cargó las pilas para esta serie. En la víspera del primer partido, el equipo se reunió para examinar durante cuatro horas los análisis que sus scouts y expertos recopilaron sobre los hábitos de los Rockies. "Nuestra perspectiva nunca cambia ... el próximo juego es lo más importante en nuestro radar", dijo Terry Francona, el manager de los Medias Rojas. Los Rockies no van a tirar la toalla tan fácilmente, después de todo era un equipo dado por muerto al comenzar el último mes de la temporada regular y llegó a estar a un mero strike de ser eliminado en la carrera por los playoffs. La vuelta al Coors Field puede ser el bálsamo para una reacción. Hay varios factores en la localía que hacen fuertes a los Rockies, como la altitud y el amplio espacio de sus jardines. También está la incógnita sobre cuál será el jugador que los Medias Rojas habrán de descartar debido a que el bateador designado no se puede usar en el estadio de la Liga Nacional. El sacrificado saldría entre Ortiz, Lowell y Kevin Youkilis. Se presume que Francona pondrá a Ortiz en la inicial y alternará a los otros en la antesala, ya que esa fue la posición con la que Youkilis empezó en las mayores. Ortiz está anonadado con el debate sobre su habilidad para jugar como primera base, en una discusión atizada por la rebelde dolencia que arrastra en la rodilla derecha. "Hago un mejor trabajo de lo que la gente piensa", dijo el dominicano. "La he jugado muchas veces. Lo hice en el 2004 contra San Luis y resolví. A mí no me pueden dejar tres juegos seguidos sentado". Colorado es un equipo que se hace fuerte en casa, donde salió airoso en 11 de sus últimos 12 juegos, incluyendo un desempate por el wild card sobre San Diego, además de asegurar las barridas sobre Filadelfia y Arizona en los playoffs. Durante la campaña regular, los Rockies amasaron el mejor récord de local en la Liga Nacional (51-31). "El 2-0 abajo no significa que estamos acabados", manifestó el torpedero de los Rockies Troy Tulowitzki. "Pero tendremos las manos llenas". Más que nada, los Rockies deben encontrar la fórmula para que despierten sus bates. De liderar su circuito en bateo (.280) durante la temporada, han ido en baja en los playoffs (.267 en la primera ronda y .222 en la serie de campeonato). Apenas han anotado dos carreras en la Serie Mundial, con un promedio global de .155. El jonrón ha desaparecido de la ecuación, con Todd Helton, Garret Atkins, Brad Hawpe y Tulowitzki apagados. Apenas llevan cinco en la postemporada, cuatro de Matt Holliday y uno de Tulowitzki. Ese quinteto promedio 26 jonrones y 111 remolcadas este año. "Están bajo presión, saben que están obligados a ganar el tercero. Deben saber que si nos vamos a un quinto juego, pues estarán contra (Josh) Beckett", declaró Lowell, en alusión al as de los Medias Rojas que tiene récord de 4-0 en la postemporada.
0 comentarios